jueves, 15 de abril de 2010

Tres lecturas de la lucha estudiantil. (Hipótesis de la Revista De-Mentes Nómadas)

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El presente texto no tiene como objetivo establecer los lineamientos generales de lo que podría llamarse una “lectura del movimiento estudiantil actual”, o de ofrecer “recomendación alguna sobre el ejercicio reflexivo necesario para la actividad política. El presente texto sólo busca establecer dispersiones provocadoras que operan en distintos niveles y con respecto al ejercicio del pensar. ¿Acaso tiene otros usos por fuera de la máquina de pensar? Si, si los tiene. Pero tales usos no pueden ser premeditados pues la máquina literaria solo funciona en la medida de sus posibles conexiones, conexiones que son ahora y siempre imprevisibles, inimaginables. Y si bien hemos comprendido la necesidad de asumir el pensamiento no como el ejercicio academicista de las citas, los libros y los autores, menos aún con la delineación de trabajos teóricos o hipótesis de trabajo, si lo hemos hecho a partir de aquello que nos constituye como seres existentes, como subjetividad emergente en un escenario de posibles transformaciones, de posibles enunciaciones: el escenario político de las confrontaciones. De ésta manera, las reflexiones que presentamos a continuación son la experiencia libre de fragmentos amalgamados por identificaciones circunstanciales que han llegado a condensarse cuidándose de no ser estáticas sino que, sobre cualquier cosa, han buscado preservar la dinámica y el movimiento.

Aquí no ha habido negociaciones de ningún tipo, no ha habido consensos de ninguna clase. Aquí solo se ha dado lugar a un encuentro. ¿Encuentro entre quienes? Entre singularidades, puras singularidades que como subjetividad emergente solo entiende dos códigos, de significaciones, de sabotajes, de provocaciones. Si queremos decir lo hacemos y queremos hacerlo de la mejor manera. ¿Cómo es posible hacerlo? Incentivando la producción de ideas. ¿Cómo lo hacemos? Derivando de la separación inevitable de nuestros cuerpos saludos desde la lejanía, enviándonos señales de humo, trasladándonos de la reducción comunicacional a la irreductibilidad de la expresión. Esto es en realidad muy sencillo. ¿Cómo se construyen cuerpos heterogéneos? A fuerza de sobriedad: escuchando, masticando bocados de enunciados y palabras dulces o amargas; entremeses esbozados en el susurro de la idea provocadora; seguido de un plato fuerte colmado de olvido a favor de la experimentación, concluyendo con postres de enunciaciones y proposiciones infinitas cuya potencialidad no se agota en el decir pues su objetivo no son las fórmulas ni las cartografías; saboreando el intento de que tal conclusividad no sea más que el desatino de las puras desviaciones. ¿Qué queremos decir con todo esto? En realidad nada. ¿Qué queremos provocar con ello? Todo sin lugar a dudas.

Si tomamos fragmentos en una aparente unicidad es solamente en función de la tarea política que nos exige un mínimo de coordinación, si amalgamamos es precisamente porque solo comprendemos acoplamientos, adaptaciones parciales, funcionalidades que acaecen de manera fortuita según el deseo manifiesto en hacer de lo dicho la expresión de un sujeto. Un sujeto que habla para la comunidad universitaria con el fin de establecer nuevas expresiones que hagan a la vez de múltiples apariciones. Somos todos los que debemos hacer de lo que ofrecemos a la causa presente algo útil y fecundo para encontrar vías de escape a la crisis, estrategias de combate y tácticas insurreccionales en oposición a todas las fuerzas represivas que se dan como exterioridad aplastante y como interioridad disipadora de confusión.

Antes que cualquier cosa, es preciso tomar en consideración diversos apuntes hechos por varios de los camaradas que hacen parte de nuestro grupo:

Primer aporte: Acudiendo a la buena voz de nuestras experiencias y amistades, resaltamos que sobre el tedio que inspira nuestra propia experiencia y a partir de una visión escéptica de hombres que han visto con sus propios ojos el desastre de los egos humanos, sentimos que el movimiento estudiantil permanece apartado de los estudiantes. Tal idea se sostiene en un planteamiento en el cual la permanencia de un movimiento estudiantil como proceso constituido bloquea de manera constante toda potencialidad constituyente, esto es, que todo estudiante que deseando hacer parte de un proceso estudiantil no tiene más alternativa que adaptarse no solo a los criterios tradicionales sino también a sus prácticas.

Segundo aporte: Desde la perspectiva del antecedente histórico, entendemos que el movimiento estudiantil se halla en crisis desde la década de los 80´s en la que comenzó el proceso de reforma general de la Universidad Nacional de Colombia. Como consecuencia de aquel proceso y junto al desencanto general frente a la acción política, se produce un desdibujamiento progresivo tanto del propósito revolucionario como de la ética profesional que degenera, de manera crónica, en un hiperindividualismo que bloquea toda posibilidad de movilización.

Tercer aporte: Con un propósito verdaderamente crítico sostenemos que el movimiento estudiantil siempre ha padecido de infantilismo por lo cual, la primera tarea de un movimiento estudiantil renovado, es desmitificar el movimiento estudiantil de las décadas de los 60´s y 70´s como gran ejemplo de movilización. De otra parte, sostenemos también que la enfermedad que aqueja a la movilización estudiantil se caracteriza por un recurrente sectarismo, de tal manera que la unidad proclamada por los estudiantes toma connotaciones hegemónicas y no consensuales, dejando así un gran obstáculo para encontrar unos mínimos comunes necesarios para la consensualización de la unidad estudiantil.

Cuarto aporte: Sostenemos que el infantilismo es una condición que manifiesta en los sujetos tanto individuales como colectivos una cierta ambigüedad que oscila entre la infancia y la adultez. Pero establecemos una percepción en la que se definen polos negativos y positivos tanto para la una como para la otra.

Teniendo en cuenta que los términos “infancia” y “adultez” solo tienen sentido para un individuo consciente, la infancia en sentido negativo evoca la conciencia incapaz de apropiarse de responsabilidad alguna. La infancia en sentido positivo evoca la inconsciencia como presupuesto necesario para todo proceso creador, inconsciencia que se manifiesta frente a las prescripciones de todo discurso que pretende erguirse con la verdad sobre el sujeto. Por otro lado, la adultez en sentido negativo nos refiere a la funcionalidad propia de un espíritu abnegado y conocedor de las formas más prácticas de la vida, rehuyendo así todo cuestionamiento con el fin de alcanzar la comodidad necesaria para la “supervivencia”. La adultez en sentido positivo nos refiere un sentido muy conocido en el cual se hace uso de la propia razón alcanzando la autonomía necesaria para establecer oposiciones a toda forma que se presente absurda frente a una posición ética y de conocimiento. El infantilismo es pues, una conjugación ambigua de los polos negativos tanto de la infancia y de la adultez como desapego de toda responsabilidad colectiva en favor de la supervivencia individual.

A partir de los aportes anteriores y continuando con la exposición, es necesario tener en cuenta los siguientes s aspectos:

Las perspectivas no se establecen sobre la base de una continuidad temporal o metódica y mucho menos procedimental, tales perspectivas se expresen según una simultaneidad que les hace a lo sumo analíticas. Esto teniendo en cuenta que un esquema sirve solo para hacer operaciones analíticas sobre las cuales pueden construirse herramientas concretas cuya coherencia práctica y teórica estaría asegurada por lo menos en el nivel de sus presupuestos.

En un acuerdo general, los distintos aportes se han tratado de recoger de manera sintética en conceptos que expresan relaciones problemáticas a niveles específicos y según segmentaciones especificas. De esta manera, la forma en que se encuentran situados tiene una función nominal y analítica que no denota una especie de clausura del fenómeno en una región determinada sino que, estableciendo una cierta prioridad se ubica según su relación fundamental o primaria no negando así la existencia de otro tipo de relacionas, conexiones o efectos en otros niveles.


Primera perspectiva, primer problema: del colectivo a la organización.

Proposición 1: El colectivo como agrupación primaria o fundamental se diferencia de las organizaciones en la medida en que realiza un trabajo muy especifico (educación, foros, investigación, etc.) mientras que las organizaciones estudiantiles realizan un trabajo de orden político, ya sea articulando el trabajo de los colectivos (red de grupos de trabajo), ya sea por medio del reclutamiento doctrinario o partidario (federaciones o asociaciones de estudiantes, etc.) o bien, como canal de injerencia de corporaciones extraterritoriales (Partido Comunista, MOIR, etc.).

Fuera del trabajo mínimamente articulado se encuentra la masa cuyo carácter de individuos dispersos les sitúa por fuera de los colectivos y por lo tanto de las organizaciones. De esta manera el primer problema y que es común a cualquier nivel, pues la naturaleza externa de lo no organizado supone el dominio de una orden cuya dispersión imposibilita toda articulación política, puede definirse como una a-sincronía estructural entre la masa y los componentes organizados. Tal fenómeno establece la no concordancia en el orden global de lo políticamente posible en la medida en que se obstaculiza su funcionamiento por carencia de unidades especificas y de relacione funcionales, y en el orden local por la imposibilidad con respecto al desarrollo de prácticas inclusivas hacia una sociabilidad cuyas directrices hagan posible el hallazgo de criterios comunes para toda movilización.

Traducción 1: Cuando los individuos abandonados al espacio restringido y reducido de la vida contemporánea, no pueden hallar en el horizonte de la verdad un ápice de existencia, no soportan que aquellos cuya verdad parece digna ensucien de vana necedad la posibilidad de construir un proyecto que les incluya y les haga disolverse, desde su particularidad reconciliada, en un proyecto universal y pluralista. Pero además, cuando las colectividades sacralizan la verdad, verdad que está vedada a la diferencia por ser en sí misma una verdad inalterable y reducida a la retozona nostalgia de un pasado inexistente, terminan por ignorar la realidad de un presente que les exige cada vez más la inclusión de todo aquello que se corresponda con su propia lucha. Es de ésta manera en que no hay un tránsito entre lo constituido y lo constituyente, entre lo tradicional y lo revolucionario.

Proposición 2: En el nivel de nuestra primera perspectiva encontramos un segundo problema que ya no es el de la a-sincronía estructural entre la masa y los componentes organizados, sino que se presenta al interior de una topología organizativa, esto es, entre distintos niveles organizativos referentes a la intensidad de la lucha política. El fenómeno que hemos descrito se caracteriza por problematizar las relaciones identitarias que son indispensables para la construcción colectiva. En este orden de ideas, es el sectarismo aquello que no posibilita una debida articulación entre los colectivos mínimamente constituidos y las organizaciones más amplias.

Traducción 2: La falsa unidad que restituye a su hegemónico sentido lo minoritario, ha sustituido todo proyecto revolucionario por la conservación de identidades heroicas. La mitificaciones que pululan alrededor de los discursos, las anécdotas y las filosofías de la historia, se han reducido al penoso estado de implosión progresiva en que toda creatividad posible en el orden de modificar lo existente se ve oscurecida por una claridad funcional a lo existente: el pasado heroico de los próceres, leyendas de grandes guerreros, de grandes culturas, de grandes ontologías cuya verosimilitud parece no tener ningún antecedente material e histórico perteneciendo así al más infortunado paraíso de las quimeras.

Segunda perspectiva, segundo problema: de la organización a la lucha política.

Proposición 3: Las organizaciones como corporaciones con estatuto legal, como agrupaciones insurgentes o como asociaciones de interés, suponen la coordinación de una trabajo político cuyo objetivo es modificar las condiciones sociales a favor de proyectos particulares, demandas especificas, controles locales y globales, reafirmación regímenes, desterritorialización de prácticas concretas, ocupación de territorios, etc.) De acuerdo con esto, la lucha política como terreno de las confrontaciones sociales que comprometen el terreno formal e informal de las instituciones, suponen la existencia de tácticas y estrategias que hacen posible el desarrollo progresivo de un determinado proyecto y según procesos sociales y momentos históricos específicos.

El fenómeno que hemos ubicado, en términos de la lucha política, es el infantilismo. Tal fenómeno es el resultado de una articulación negativa cuyas ambigüedades destrozan todo nexo entre la interpretación de lo real y su práctica efectiva, pragmáticas de estructuración y procesos históricos de transformación social. Por un lado la fatalidad de un “historicismo” cuya lógica necesaria e inagotable conclusividad nos envía al abandono de todo cuestionamiento y de toda razón. Por otro lado, en provecho de la satisfacción narcisista, de individualidades neuróticas, acaece la condición sedentaria que contiene todo complejo reaccionario. Entonces creemos que hay “cosas necesarias cuyo curso nos lo ha dictado la historia”, de tal manera que toda voluntad se encuentra sometida y arraigada a ello sin posibilidad alguna de emancipación (la adultez en sentido negativo) Entonces ofrecemos al más terrible absurdo nuestro abandono y abrazamos una existencia sin sentido, dejando de lado el uso de la razón y su posibilidad creadora, ya que todo compromiso se ha roto desde sus emancipaciones primigenias hasta sus culminaciones ultimas (Infancia en sentido negativo).

Traducción 3: Toda posibilidad política de lo porvenir se encuentra obstaculizada por la fatalidad de una predestinación lógica e historicista convirtiendo las organizaciones estudiantiles en entidades funcionales a la repetitividad de acciones y procesos ya codificados, a tácticas y estrategias ineficaces precisamente por pertenecer a un catálogo ya conocido que difumina su contenido en la apariencia de lo cotidiano. No se dan cuenta de que la seguridad de encontrar condiciones objetivas o momentos oportunos para el desencadenamiento de un caos revolucionario no está en una ilación heredada del pasado. Y más allá, Lejos de las prácticas políticas y más cerca de una ontología política, toda posibilidad política de lo porvenir se encuentra esclava en la diatriba de rescatar lo acontecido por miedo a la pérdida que llega con el olvido, en perjuicio de lo que está por acontecer en tanto éste acontecer es el resultado de una proyección creadora. Es precisamente que, en provecho de la acontecido y tratando de recuperar la lucha de los pueblos, olvidamos que estos últimos no han desarrollado sedimentaciones sino que operan un desenvolvimiento, un devenir al calor de la cultura que en su naturaleza no cesa de viajar en un juego infinito de creaciones, adaptaciones, sincretismos, de una cultura que no cesa de escapar a sí misma en busca de la liberación de los hombres. La cultura de los pueblos como máxima alteridad, encuentra en la historia su liberación porque es en ella donde toma vida, no de lo que ha sido y será, sino de lo que ha sido, lo que es ahora, y lo que puede ser en el futuro.

Tercera perspectiva, tercer problema: de la lucha a la revolución social.

Proposición 4: Cuando nos centramos en el problema especifico y fundamental de la transformación social, nos vemos enfrentados a la fatiga de tener que buscar, caminando a tientas y palpando con mesura, los medios para tal propósito precisamente porque no existen o se hallan ausentes. La lucha política, ya no como espacio de confrontación sino como tarea del sujeto, trae consigo la necesidad de un esfuerzo hacia la búsqueda y la invención. Pero primero surgen problemas que bien pueden exponerse como preliminares: ¿de qué sociedad estamos hablando?, ¿cuál es la necesidad de su transformación?, ¿Cuál es el sujeto de dicho cambio?, ¿de qué tipo de sujeto estamos hablando?, ¿quién es aquel que dice todo esto? ¿Es preciso hablar de sujeto? Preguntas cuyas respuestas no pueden plantearse según un orden procedimental y analítico. Las respuestas a todas estos interrogantes no pueden ser más que el resultado de un proceso que habrá siempre de avanzar con ese peso sobre la espalda, con la duda y la fe de estar transitando por el camino correcto.

Las condiciones subjetivas así como el desarrollo de cierta subjetividad que entienda el estudiantado en la lucha política, solo puede fundamentarse sobre la base de una concepción sobre el rol social de la universidad. Esto no nos dice que haya en el fondo una justificación de la educación pública por sí misma, pues la masificación de la universidad, tal y como lo hemos visto desde hace ya 30 años, trae consigo problemas estructurales y funcionalizaciones del capital global. La defensa de la educación pública nos plantea dos aspectos de difícil conciliación. Por un lado la incondicionalidad del conocimiento, y por otro, la responsabilidad social del saber. En tal orden de ideas, todas las instituciones de educación pública deben conservar la libertad de decir lo que deben decir, de buscar lo que deben buscar. Pero además, conservando un espíritu más fresco con respecto al conocimiento, debe reconstruir el compromiso ético- político con la vida social. La educación debe ser pública en razón de su incondicionalidad, en razón de su pluralidad y en razón de su sentido ético-político con el bienestar y la dignidad de la humanidad en su conjunto.

Las organizaciones estudiantiles, como sujetos de la lucha política por la libertad del pensamiento, la no apropiación del conocimiento, por la democratización de la educación y su no determinación por un poder ajeno, deben re-construir el cuerpo político que le sirve de base y le da fuerza política a dicha lucha. Pero hay un fenómeno que obstaculiza toda posibilidad pues es en sí mismo la subjetividad antagónica a la lucha política por la sociedad mejor. Tal fenómenos lo hemos llamado hiperindividualismo. Según esta subjetividad hiperindividualizada el universo de lo social cobra dimensiones de externalidad con respecto a la vida del individuo. La órbita de la idea se reduce al espacio propio no solo como efecto del capitalismo y el Estado liberal burgués, sino también como progresión degenerativa de la modernidad.
Traducción 4: Extravío, extravío… ¿en dónde nos hallamos ahora? ¿Y si el universo no existe más allá del horizonte que en la vista podemos atrapar? No existiría entonces razón para la vida y la libertad pues la fatalidad como absurdo quedaría desnuda ante nuestros ojos por causa de la finitud humana. El hombre camina a tientas y la única prueba que tiene del mundo en su continuidad histórica es el saber. “Yo” soy aquí y ahora no solo en la medida de mis sensaciones, sino en la medida en que el sentir presente se expande en la longitud temporal que va del nacimiento a la muerte, de la conciencia al mecanismo, del odio y la guerra al amor y al reconocimiento. Este ser de lejanías que nada hace de lo concreto, actualiza sus posibilidades por cuanto conoce el mundo en que habita, y lo habita en el conocer. ¿Qué sentido tiene la defensa de la educación pública si acudimos a ella como mercancía en el mercado laboral? ¿Acaso el conocimiento no debe ser incondicional con respecto al mundo en su oscura trama y a las oscuras turbas humanas? Nos hallamos pues sobre el borde de un abismo. Por fuera de toda radicalización forzada, quienes privados del conocimiento quedaran reducidos a la condición de engranaje no serían sino la prueba del divorcio del conocimiento consigo mismo, por cuanto ya no hay espacio para la verdad y la razón, y por cuanto ya no hay espacio para las verdades en su creación. Solo seriamos brasa transitoria en el orden de las artificialidades más perniciosas del acontecer político, de la dominación y la servidumbre.

Los anteriores aportes son brechas o desplazamientos que pueden eventualmente ser útiles para la creación y dirección de distintas acciones. Con esto no queremos más que contribuir a un nuevo encuentro, esta vez entre el colectivo De-mentes Nómadas y la comunidad universitaria.


Y que sean como niños inquietos,
Atentos a explorar el mundo,
Conservando la sabiduría del filósofo,
La valentía del guerrero y
La pedagogía del buen amigo.
 

© 2010 De-Mentes Nómadas. [Basado en The Amazing Cliche de Jéssica Alves y João Alvarenga]. VISITE RedRevuelta.org